Ivel Rivarola, directora del jardín infantil, compartió con la comunidad el significado de celebrar cincuenta años de educación infantil. "Todo salió bien, todo salió como esperábamos, así que mucho trabajo pero tuvo sus frutos y bueno y ahora es momento de celebrar", expresó con entusiasmo la directora.

Este jardín, que ha dejado una huella imborrable en la infancia de muchos, tuvo sus humildes inicios en la parte alta de la escuela primaria. Sin embargo, en 1993, lograron inaugurar su propio edificio, el cual es la sede actual. Rivarola reflexionó sobre el legado de cinco décadas de esfuerzo y dedicación, agradeciendo a todas las personas que contribuyeron a convertir el jardín en lo que es hoy.

"Para mí, la parte fundamental del inicio del sistema educativo es que los niños aprenden jugando, no vienen a jugar. Aprenden jugando, a través del juego les enseñamos a compartir, les enseñamos diferentes campos de conocimiento", destacó Rivarola. Subrayó la importancia de la simpleza, la energía y las ocurrencias de los niños de sala de tres, cuatro y cinco años, resaltando la ingeniosidad que aportan y que inspira a los educadores a esforzarse cada día.

"Trabajamos con lo más puro de la niñez, esa etapa de los tres a los cinco años que nos inspira a venir cada día, pensando que algo se llevarán los niños, chiquitito, poco, mucho, pero algo se llevan", expresó emocionada la director. Al hablar de la rutina diaria, subrayó la dedicación constante al proceso educativo, sembrando la esperanza de un mundo mejor.

Este aniversario no solo es una celebración del pasado, sino también un compromiso renovado con el futuro. Con la mirada puesta en los próximos cincuenta años, el jardín infantil se presenta como un faro de educación y esperanza, guiando a las generaciones venideras hacia un mañana lleno de posibilidades y aprendizajes significativos.